Publicado el 07/07/2013 05:15
Hace 15 años más o menos, la firma de la estrella propuso un vehículo urbano bajo la designación Clase A que apuntaba a los clientes citadinos, prácticos y racionales donde los hubiera, que no se asustaron por la famosa prueba del alce que evidenció la necesidad del control de estabilidad de serie. Pero los conservadurismos o resistencia a lo demasiado accesible, le obligaron a mirar hacia donde ya estaban sus más cercanos competidores: Audi y BMW.
Si bien esta carrocería no es muy popular en este lado del mundo -hatchback compacto-, quizá la posibilidad de acceder a un automotor Premium más asequible propicie ese porcentaje de automovilistas interesados en esta opción dada su movilidad personal en circuitos urbanos, donde el espacio más razonable resulta vital para escurrirse de los embotellamientos sin olvidarse de un menor gasto de combustible.
Enfoque distinto
Antes que nada, vale la pena aclarar que las versiones usadas en la sesión difieren notoriamente. Tanto el Audi como el BMW son tres puertas: del fabricante bávaro existe carrocería de cinco. Del Audi, todavía no arriba esta vertiente. Mientras, el Mercedes Benz sólo figura en cinco puertas.
Y quizá porque enfrenta una competencia muy férrea, la filial mexicana de la estrella oferta su tope de gama con un notable nivel de equipamiento: vestiduras en piel, navegación, automatismos, radar y varios extras más que disparan el precio en poco más de 100 mil pesos respecto a los otros dos autos rivales, que también califican como el tope de gama con motor de cuatro cilindros. Sólo en el Serie 1 existe un escalón más alto -el M135i- pero recurre al efectivo seis en línea turbocargado cuyo precio también supera los 600 mil pesos, por lo que accede a otra esfera o nicho.
Semejante divergencia nos obliga a enfocarnos en los rubros más coincidentes de los tres: interior, dinamismo y habitabilidad.
Por dentro
La igualdad obliga a ser cronológicos o alfabéticos en nuestro orden. El Audi A3 presume una renovación con ajustes mínimos en algunas cotas. Su apariencia no luce cambios serios al permanecer fiel a los principios de su estampa original. El interior posee terminados muy buenos, con remembranzas de sus hermanos mayores como las salidas de ventilación o la pantalla del MMI. Sus asientos, cómodos y de buen soporte, coadyuvan para que la posición de manejo resulte casi perfecta, intuitiva. Suma enteros la mejor visibilidad, explicada por la experiencia acumulada tras dos generaciones exitosas de su creación, el hatchback compacto Premium.
Sigue el BMW 118i. Esta segunda generación exhibe una sustancial ganancia de espacio interior, mejor reflejado en la segunda fila de asientos y cajuela. No obstante, la disposición de tracción trasera, que le concede un dinamismo diferente, condiciona sensiblemente el espacio para caderas así como el volumen de huecos y compartimentos. Sus terminados lucen apenas abajo de lo visto en los otros dos, quizá porque BMW visualiza este Serie 1 como verdadero acceso razonable a su portafolio.
Finalmente, el Mercedes Benz A250 posee unas formas más amables, quizá hasta comunes, con detalles que marcan la diferencia como la línea esculpida que nace en las puertas delanteras y asciende al tercer poste. Los notables acabados del interior lucen un mayor empate con el Clase C que con su antecesor, un punto muy agradecido por los seguidores de la casa. El espacio de la cabina resulta algo más ajustado que en el Audi y la visibilidad hacia atrás queda un tanto limitada si la comparamos con sus dos rivales directos.
En asfalto
En el plano dinámico, el Audi A3 demuestra su experiencia cuando su conducción resulta tan neutral como si portara doble tracción. Claro, al límite del trazo en las curvas cerradas asoma un fino subviraje ocasión de su masa y tracción concentradas adelante. En cuanto a su ambiente ideal, el A3 resuelve sin problemas cualquier exigencia de agilidad: tanto en ciudad como en autopista observa una conducta intachable, sin quejas o puntos de crítica. Un compacto muy redondo, bien logrado.
En cuanto al BMW, la disposición del tren motor y tracción trasera conceden un reparto equilibrado mientras no se exija mucho. Porque al acometer las curvas, el eje delantero desliza. Sin embargo, si recurrimos al modo Sport logramos crear esa sensación deportiva que tan bien enarbola su división de mercadotecnia vía un fino desliz del segundo eje, mérito del afinado control de estabilidad.
Al final entrega una conducción muy divertida, briosa, agradecida por el entusiasta. El motor pudiera no tener tanto empuje como el del Audi pero la cilindrada de 1.6 litros compensa por el otro lado: bajos consumos de gasolina combinados con la eficaz contundencia del turbocompresor siempre que lo deseemos.
Para cerrar, el Mercedes Benz A250 exhibe una actitud muy neutral en las curvas, debido en buena medida a un chasis muy bien afinado, cuya marcha de calibrado firme, casi áspero, construye la confianza que nos permite acelerar sin miedos en giros cerrados siempre que el pavimento sea muy regular. Esa cualidad también se transfiere al rodaje en autopistas, cuya actitud nos evoca más al Clase C que al primigenio Clase A. Pero tiene su precio cuando las calles poseen malos pavimentos; la marcha demuestra su dureza y puede cansar tras una hora al volante. Su motor responde muy bien, algo acotado por una transmisión de doble embrague de actitud protectora; no concede oportunidad para jugar en los límites dinámicos. El propulsor se queda corto en potencia pero compite favorablemente a regímenes medianos.
El veredicto
Si bien ninguno califica o se acerca a la actual definición de GTI, los tres hatchbacks ofrecen una posibilidad dinámica divertida, con clase y por qué no, hasta representativa. Sus precios, elevados: el Audi A3 S-line casi 450 mil pesos en esta versión analizada; el BMW 118i Sport M unos 15 mil pesos encima del Audi. Y el Mercedes Benz A250 tiene una etiqueta muy cara de casi 570 mil pesos, justificada en parte por la larga lista de equipamiento pero dado el diferencial de prácticamente 100 mil pesos (más del 20% respecto a los otros dos), lo coloca en otra órbita.
Por su puntuación resultan muy parejos, con una mínima ganancia del Audi A3, explicable en función de su mayor experiencia (tres generaciones de éste por dos de BMW y una de la nueva orientación de MB), aunque el BMW 118i está cuatro puntos atrás.
El Mercedes Benz A250 queda dos puntos debajo del ganador, no tan meritorio en virtud de tanto equipamiento a un costo elevado, casi excesivo, pero que le da suficientes puntos para acercarse seriamente al primer lugar y colocarse en otra esfera.
En resumen, si busca una opción de carácter Premium muy balanceada, que posea un dominio del tamaño y carrocería, su elección debe ser el Audi A3. Pero si prefiere un sabor algo más deportivo o es fanático de la tracción trasera, el BMW 118i cumplirá su deseo. Finalmente, si busca un mayor nivel de equipamiento y una calidad de marcha de corte más deportivo, sin importar el precio, decántese por el Mercedes Benz A250. Muy bonito, buen desempeño aunque de precio alto.
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