Publicado el 07/01/2013 03:15
La gama del Audi R8 estrena importantes novedades. Las más llamativas residen en un pequeño rediseño en exterior e interior donde destacan los faros completos de Led en toda la gama, los intermitentes traseros con una graciosa luz dinámica y las mayores posibilidades de personalización con su programe Exclusive.
Importante también es la aligeración de los frenos y la utilización de materiales más ligeros y, sobre todo, la introducción de una nueva mecánica y un renovado cambio automático.
En cuanto a motor, desaparece la limitada versión GT, hecha exclusivamente para poder homologar los coches de carreras, y en su lugar se crea el nuevo V10 Plus, una variante menos radical pero pensada para los amantes de los 'track days', de esos a los que gusta llegar en su propio coche al circuito, rodar y luego volverse a casa paseando y sin ningún tipo de estrés mecánico.
Cuenta con el mismo V10 que ya conocíamos pero con 25 caballos más por pura gestión electrónica. Pesa 50 kg menos gracias a la utilización de los discos carbocerámicos de serie, rines más ligeros, la mezcla de fibra de carbono con PVC en el cofre trasero y varias piezas del bastidor aligeradas. También cuenta con el spliter delantero y el difusor trasero hechos en fibra de carbono y con un diseño específico, distinto del resto de los R8. No admite la suspensión magnética del resto de la gama. En su lugar, cuenta con unos amortiguadores regulables manualmente, para que cada conductor/piloto, con ayuda de su mecánico, pueda poner el 'setup' del chasis a su gusto en función del circuito o tipo de conducción.
Respecto al cambio, se sustituye el automatizado R-Tronic, un brusco Ricardo herencia de Lamborghini, por un nuevo S-Tronic creado específicamente para este coche, con el que alcanza mayor eficiencia y deportividad. En marcha, no hay quejas. El nuevo cambio S-Tronic mejora con creces al anterior R-Tronic. Para empezar es más compacto y ligero, baja el consumo en todas las versiones y supone una mejora de prestaciones de unos 0.3 segundos de media. Utiliza la conocida tecnología de doble embrague multidisco en baño de aceite, con uno para las marchas pares y el otro para las impares, en lugar de los dos embragues monodisco en seco paralelos que había antes para todas las marchas. Los dos nuevos embragues también van en paralelo -uno es ligeramente más pequeño que el otro-, en lugar de ser concéntricos como en un S-Tronic convencional. Esto les permite soportar mayor cantidad de par. Su funcionamiento es similar al del resto de los S-Tronic de la casa, que llevan la siguiente marcha engranada y en el momento de cambio se limitan a jugar con los embragues para que no haya pérdidas de potencia ni brusquedades, asignatura pendiente en el anterior cambio de Lamborghini que, por cierto, no quiere montar esta caja porque prefiere el carácter de su tacto habitual.
Su funcionamiento me ha gustado mucho, tanto en conducción deportiva como para el día a día. Ahora no sientes el golpe en el cuello cuando el cambio suelta el embrague. Paseando o por ciudad esto es una delicia, pero en conducción deportiva ayuda mucho, ya que puedes permitirte el lujo de cambiar en un apoyo fuerte sin que el cambio te desestabilice. Sin duda que con este cambio es un mejor coche en cualquiera de sus versiones. Con el V10 Plus y sin un cronómetro midiendo es casi imposible sentir la diferencia con respecto al V10 de 525 HP, salvo que te acabes de bajar de él. Sí se aprecia claramente un trabajo de las suspensiones más efectivo en circuito, sobre todo en la entrada de las curvas, donde ha ganado en precisión. Para el día a día, con la suspensión magnética variable de Audi, de serie en el V10, hay más que de sobra para tener un superdeportivo cómodo y efectivo. Para los que nos consideramos puristas, el R8 no es un Ferrari ni un Lamborghini, pero os aseguro que sus sensaciones, el sonido y las prestaciones son como las de ellos, con el plus de la precisión alemana, que también tiene sus fans.
Si hablamos de precio, te puedes llevar el Audi R8 V10 Plus por algo menos de 200,000 euros. Muy caro, como era de esperar, pero más "asequible" que muchos de sus rivales (Ferrari 458 Italia, Porsche 911 Turbo S, Mercedes SLS AMG...).
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