Publicado el 24/12/2011 20:15
La travesía continuó por Champotón y las hermosas costas de Campeche donde a nivel del mar la camioneta se sentía cada vez más ligera. Decidimos hacer la ruta directa a Mérida, conocida como la Ciudad Blanca, sin dejar de visitar Izamal, pueblo mágico que se caracteriza porque todas sus casas están pintadas de amarillo.
Divisamos el mar del Caribe y fuimos en búsqueda de la mejor playa y en la carretera rumbo a Playa del Carmen fuimos recibidos por la escultura del mítico Kukulkan, que aguardaba dispuesto a engalanar nuestras fotografías.
Después de sacarle kilómetros a la última gota de diesel y comprobar la excelente autonomia del Amarok, tuvimos que reabastecer el tanque, y fue en una gasolineria de Playa del Carmen donde conocimos a "Juan" un despachador muy fan de Automóvil Panamericano, con quien compartimos un rato muy ameno platicando algunas anécdotas de este operativo.
Y así fue como termina una travesía inolvidable, plagada de anécdotas y de paisajes increíbles, desde las carreteras de hielo en las frías tierras de Alaska, hasta las blancas arenas de Cancún donde el Amarok posó sus llantas sobre el agua tibia y salada del Caribe Mexicano.
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