Publicado el 01/12/2011 09:15
Pero eso duró poco tiempo, pues al enfilarnos hacia el parque nacional de Jasper, regresamos a los caminos congelados, con nieve por todos lados, que parecían inmaculados. De hecho, el único toque de color en el horizonte lo ponía la Amarok, porque incluso el cielo estaba cubierto de nubes que más pronto que tarde nos traerían nieve, para hacer las cosas aún más blancas. Eso sí, nuestra pick-up siempre estuvo a la altura de las circunstancias y nos llevaba con total control y seguridad incluso rodando a 100 km/h.
Unos kilómetros más adelante tendríamos otro recordatorio de lo agreste del camino y de que cada quien cuidar por sí mismo, pues encontramos un par de arboles caídos obstruyendo la carretera. Afortunadamente no tuvimos que utilizar las hachas, bastó con empujarlos un poco para abrirnos camino y reanudar la marcha hacia Jasper.
Cuando nos aproximábamos a la entrada del parque nacional, tuvimos un recordatorio de que el manejo en invierno en estas latitudes no es algo que se pueda tomar a la ligera: un coche volcado. Y así, tras extremar precauciones rodando de noche en un camino lleno de niebla, en el que casi tuvimos un encuentro demasiado cercano con un grupo de caribúes, llegamos a Jasper a bordo de nuestra Volkswagen Amarok.
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