Publicado el 17/10/2011 06:15
Si sentarse en un Rolls Royce es de por sí interesante, hacerlo a los mandos de este Phantom 102 EX ha resultado toda una experiencia atrayendo todas las miradas de los transeúntes. Se trata de un modelo experimental, porque tal y como nos cuentan, en vez de hacer un prototipo de arcilla, pensaron cambiar la tecnología térmica por la eléctrica en un modelo real.
Y dicho y hecho. "Sacaron" el V12 de 6.75 litros y la caja de cambios de 6 velocidades y lo sustituyeron por una batería de litio ion (de aleación Niquel Manganeso Cobalto) y dos motores montados en la parte trasera del chasis, bajo los asientos.
Estos dos potentes propulsores, de 145kW cada uno "made by UQM", a la altura de lo que se puede esperar en un Rolls Royce, están conectados a una transmisión de una sola velocidad con diferencial integrado. Este prototipo rodante, tiene como objetivo testar a sus clientes y, sobre todo, demostrar que ellos también pueden fabricar un eléctrico.
Algunas diferencias
Al realizarse sobre un Phantom, por fuera "casi" nada nos hace pensar que estamos ante un modelo diferente a los demás, decimos "casi" porque la pintura empleada, Atlántico Chrome, es algo especial. Compuesta de nanopartículas de cerámica y aplicada en dieciséis capas con el objetivo de conseguir un aspecto de humedad al vehículo que varía con los cambios de luz.
Nada más abrir el coche nos llama la atención el nuevo suelo, ahora de cuero y, sobre todo, el diseño de la consola central y diversos revestimientos interiores en donde se ha sustituido la clásica madera por la fibra de carbono, de estética discutible. Aquí lo analógico, al menos en apariencia, se impone a lo digital. Diversos detalles nos ponen en la pista de que estamos en un coche eléctrico. Así, el indicador de combustible ha sido reemplazado por un indicador de carga de la batería.
Dos modos de conducción
Al arrancar este Rolls Royce Pahntom 102 EX, mediante el botón correspondiente comprobamos que apenas hace ruido, sólo un leve, levísimo, silbido. Destaca la posición de conducción, especialmente cómoda, no podía ser de otra manera, desde donde tenemos una razonable visión del "Espíritu del Éxtasis", -que celebra su centenario en 2011 y que adopta el color azul cuando está en marcha-, que marca el final del eterno capó del Phantom. Y créanme si les digo que maniobrar con un Rolls por algunas calles estrechas de Madrid no es lo más cómodo.
Como la mayoría de los eléctricos, este Phantom dispone de dos modos de conducción, la normal, y la denominada L. En el primer caso, las frenadas y aceleraciones son mucho más progresivas y la respuesta del pedal de acelerador es más inmediata. En la segunda, la L, -que aparece en el panel-, viajamos recuperando energía en las frenadas y bajadas, de forma que el pedal del acelerador se endurece y nos da la impresión de que retiene.
Carga por inducción
Se estima que la batería de este Phantom EE es la más grande del mundo para un automóvil de pasajeros, un dato que no sorprende, por otro lado, con un pico de corriente de 850A, a 338V DC. Su capacidad total es de 71 kWh. Para su carga se emplean 8 horas si es trifásica, la que llamamos "carga rápida", o 20 horas si es la normal.
Un dato, su autonomía da para 200 kilómetros, según estima la marca, aunque uno de los ingenieros de desarrollo nos comentó que, en las pruebas que han realizado en los alrededores de Munich, han alcanzado los 180.
Uno de los aspectos más reseñables de la tecnología presentada por Rolls Royce es la posibilidad de recargar el coche por inducción, como pudimos comprobar in situ. Una placa instalada debajo de la batería del Phantom y una plataforma de transferencia que ofrece una potente fuente de alimentación consiguen recargarle al 90 por ciento y es tolerante a la desalineación del estacionamiento. Es decir no tiene que colocarse el vehículo al milímetro.
Leer en integridad sobre www.automovilonline.com.mx