Publicado el 22/05/2011 21:15
Difundido como sistema que procura seguridad, los frenos ABS –Antilock Braking System, Sistema de frenado antibloqueo-, previenen el bloqueo o amarre de las llantas en caso de una frenada de emergencia y permiten que las directrices, si lo montan, conserven su capacidad de giro. Ello se traduce en una gran ventaja dinámica y mayor seguridad pasiva que pueden evitar en la mayoría de las circunstancias un accidente o por lo menos disminuir sus consecuencias.
Junto a ellos ha evolucionado el sistema de control de estabilidad, hoy llamado genéricamente ESC (Electronic Stability Control). El más conocido es el ESP –Electronic Stability Program, programa electrónico de estabilidad-. Sin embargo, algunas marcas han desarrollado sus propios sistemas y bautizados bajo nombres diversos: Stabili Trak (General Motors), VSC (Toyota), VSA (Honda), DSC (BMW), etc.
¿CÓMO TRABAJA?
El ABS usa sensores en cada una de las ruedas, los cuales vigilan la velocidad angular de una especie de engrane o rueda dentada, la cual es interpretada por una computadora y comparada constantemente entre todas así como la velocidad que lleva el vehículo. Si alguna de las ruedas fuese extraordinariamente más lenta, como ocurre en caso de una frenada de pánico, la computadora del ABS evalúa las velocidades de todas las ruedas y recurre a una liberación de la presión, como si estuviésemos bombeando el pedal para evitar el bloqueo o el clásico “amarre” de cualquier llanta. Esto sucede gracias al grupo de válvulas electromagnéticas, cuya velocidad de bombeo o interrupción es sorprendente: hasta 18 veces por segundo.
¿Y EL DE ESTABILIDAD?
Ya dispuestos los sensores en cada una de las ruedas con el sistema ABS, así como la existencia de un sistema de control y ajuste de la presión, para armar el ESC se agrega una segunda computadora, un sensor de giro en el volante y un sensor de guiñada o de giro sobre el eje vertical.
Así, el ESC aprovecha la capacidad electrohidráulica del ABS, pero requiere independencia de actuación en cada rueda. La intención es lograr que el vehículo mantenga su trayectoria a pesar de las condiciones que pudiera presentarse, siempre dentro de los límites de la física.
La gráfica lo explica mejor: en una curva deslizante, el control de estabilidad llega a detectar que alguna de las ruedas tiene más velocidad y si el sensor del volante y el de guiñada alertan sobre una velocidad o ángulo de pivote más allá de lo estipulado, la computadora frena de manera independiente e inmediata la rueda que permita insertar al coche en su trayectoria original.
Así, en una curva a la izquierda, si el eje trasero tiende a salirse hacia su derecha, el control de estabilidad actúa sobre la rueda delantera derecha. Esto evita el sobreviraje (oversteer).
Por el contrario, si el coche en la misma circunstancia presenta un fuerte subviraje (understeer), es decir, se va de frente, la computadora frena la rueda trasera izquierda para insertar al auto. Quizá no suene lógico al inicio, pero en la práctica resulta muy efectivo.
EL FUTURO
Hoy, las nuevas generaciones de control de estabilidad (ESC) ya coordinan más funciones como el activado de las cortinas de aire en caso de volcadura, asistencia de frenada de emergencia, control de tracción y varios extras más que le otorgan a este protector electrónico un alto nivel de confiabilidad. Todavía están en fase de expansión, pero dada la rapidez tecnológica de estos días, muy pronto los veremos en autos de casi todos los segmentos.
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