Publicado el 14/02/2011 00:15
Las puertas son de accionamiento eléctrico y tiene servomotores con los que se cierran solas. Usa enormes rines de 20 pulgadas y gigantescos frenos de disco carbono-metálicos con pinzas de seis pistones pintadas en rojo. La carrocería es de aluminio, además del cofre y tiene un alerón de materiales compuestos. Usa un botón de arranque sin llave como en los coches de carreras. Tiene asientos de competencia aligerados que se encuentran impecablemente forrados en Alcántara y preparados para recibir cinturones con cinco puntos de fijación de competencia. Los interiores tienen fibra de carbono, un tablero digital multifunciones con sistema MMi integrado y, ¡sorpresa!: una palanca de velocidades larga para accionar la caja manual...
Todo indicaba que estábamos ante un moderno y sofisticado deportivo del siglo XXI, pero la palanca de velocidades nos juega una broma ¿o no? Realmente la primera impresión es la que cuenta y dicho cambio constituye un guiño al pasado de este bien logrado revival del Audi Sport Quattro corto. Estamos en Los Angeles en EU, concretamente en Malibu. Y hablamos del Audi Quattro Concept, perfilado para una serie limitada de un futuro deportivo de alto nivel que la marca de Ingolstadt lanzará en 2012.
Subirse y arrancarlo nos acelera el pulso. En la consola central tiene una plaquita que anuncia que esa es la unidad 001; y no es el número de un agente secreto al servicio de Su Majestad. Se trata del primer ejemplar del futuro Audi Quattro, del coche que resume y abandera los últimos 30 años de éxitos de la marca de los cuatro aros.
Emoción clásica
Su motor de cinco cilindros ronronea listo esperando que uno le pise a fondo el acelerador en la carretera. Tiene 408 HP que se transmiten al suelo con la eficiente tracción integral Quattro. Las elaboradas suspensiones y los enormes neumaticos Michelin Pilot Sport que calza se encargarán de ayudar a tales menesteres. Las colinas de Malibu esperan y se descomponen en una carretera que se aleja del tráfico que permite dar rienda suelta al volante.
El Quattro está en su territorio favorito, un tortuoso tramo de montaña que hacía las delicias a los mandos de su ancestro. Pero hay que tener cuidado, ya que sólo hay un ejemplar y tiene que volver “vivo”, por lo que un miembro de Audi se encarga de vigilar atentamente desde el asiento del copiloto.
En el primer acelerón se percibe esa sensación tan especial de los motores de cinco cilindros. Su inercia siempre es aparentemente mayor que la del resto de los propulsores, debido principalmente al enorme volante motor que se usa normalmente con esta arquitectura.
Mientras vamos cambiando a velocidades más altas se pone en evidencia el trabajo de la válvula de descarga tan de moda en los ‘80, mejor conocida como wastegate. El ruido es inconfundible.
Cada vez que subimos una relación surge su peculiar gorgojeo, similar al de un pavo real en celo. Es en ese momento cuando nos imaginamos a los mandos del Audi Sport Quattro corto subiendo la Col de Turiní (en los Alpes). Pero la realidad es que estamos a los mandos de su heredero directo, un coche que nació 30 años después y que representa el mejor escaparate tecnológico que resume las aportaciones técnicas que han hecho de Audi una marca grande entre las grandes.
La carretera asciende hacia las montañas dejando atrás las conocidas playas de la costa oeste. Escalamos fácilmente serpenteado sus curvas con el Quattro concept, y este responde con músculo y atlética energía, eficiencia y en constante evolución a la solicitud del acelerador. No importa el desnivel. Se come la pendiente sin titubear y con insultante efectividad, como respuesta a las demandas del conductor. La estabilidad es soberbia. La frenada implacable. La capacidad prestacional, enorme. La potencia está controlada en todo momento y se convierte en velocidad de manera instantánea.
El nuevo Audi Quattro se pega al asfalto como lapa de la misma manera que su antecesor, siempre encarrilado, manteniendo con precisión milimétrica la trayectoria prevista. La dirección es rápida y los frenos de carbono paran al auto bien aunque se les haga trabajar mucho. No hay duda. Es un buen heredero del mítico Quattro. Va sellado por Audi y se merece las firmas que lleva estampadas en el marco que envuelve las puertas, rememorando los éxitos obtenidos por sus también míticos pilotos: Walter Röhrl y Christian Geistdörfer, quienes personalmente las dibujaron con sus propias manos y el Audi Quattro Concept las honra con su deportividad y dinamismo.
Tecnovanguardista
Está claro pues, que esta creación de Audi desborda emoción por los cuatro costados. No puede ser de otra manera cuando lo que se pretende es revivir un mito. Por eso quizá este biplaza, como ocurrió en su momento con el Sport Quattro corto, es un auténtico escaparate tecnológico de la marca que lo sella. Refleja así todos los avances que ésta ha aportado a la industria automotriz en los últimos 30 años, todo lo que sus especialistas han demostrado dominar a la perfección, representados en este caso en su última evolución.
De hecho, la tracción Quattro constituye sólo la punta de lanza, lo que se ve y se reconoce a primera vista simplemente por la denominación del coche. Pero su piel, su singular estilo retrovanguardista esconde muchas cosas más.
La arquitectura de cinco cilindros del motor, la inyección directa de gasolina, la sobrealimentación por turbo, la construcción en aluminio (Space Frame) de gran parte de la carrocería (todo lo que no, está hecho en fibra de carbono), el infotainment o sistema multimedia y la iluminación por LED de faros y calaveras se suman así a la más reciente entrega de la transmisión Quattro, la que monta el revolucionario diferencial central de corona, el más ligero desarrollado hasta la fecha por la firma de los anillos. La ocasión lo merece.
El nuevo Quattro es así un compendio de lo mejor de Audi, espejo de la política de desarrollo de producto que lleva a cabo el gigantesco consorcio germano.
Defiende la receta de módulos que permite a cada firma nutrirse del ingente y moderno banco de órganos disponible en el Grupo VW.
De esta manera, sobre la carrocería diseñada por el equipo de Stefan Sielaff, tenemos el motor delantero longitudinal de cinco cilindros turboalimentado procedente del Audi TT RS, pero que ha sido víctima de una cartografía diferente en la computadora y ciertos retoques en admisión y escape, para que la potencia pase de los conocidos 340 HP a 408, logrando 102 HP más que su antecesor que ofrecía 306 pero pesando prácticamente lo mismo (1,300 kg) gracias al empleo masivo de materiales ligeros como el aluminio y la fibra de carbono en la construcción de su carrocería.
La plataforma, no obstante, es de acero y procede del A5. Pero, como ocurrió en su momento con el Sport Quattro de 1984, se ha recortado la distancia entre ejes, dejándola en 2,600 mm (150 menos).
Esta combinación permite lograr un desempeño cercano al que ofrece el todopoderoso R8 V10 de 525 HP, dado que esta recreación del Quattro -detiene el crono al pasar de 0 a 100 km/h en nada menos que 3.9 segundos.
De tan detallado análisis y de su conducción se deduce que el coche se ajusta a la perfección de lo que hubiera sido el Audi Quattro si hubiese sobrevivido estos 30 años evolucionando de generación en generación. Cuando vemos a los dos lo tenemos claro y, además, sus medidas lo confirman sobre el papel. De hecho, constituyen otra referencia del lenguaje del Sport Quattro.
Muy parecidos
Con 4.28 m de largo, 1.33 de alto (40 mm menos que el A5) y un voladizo reducido en 200 mm en relación al A5, el resultado es un modelo muy compacto y manejable, pero a la vez es muy eficiente aerodinámicamente hablando, en busca de mantener las emisiones y los consumos suficientemente contenidos, a tono con los tiempos que corren.
Lo decimos después de haber tenido la oportunidad de manejar y comparar los dos ejemplares. Sin embargo, al contrario de lo que sucedió con su antecesor, este concept-car no se realizó en el cuartel general de Quattro en Ingolstadt, como todos los que le han precedido en salones anteriores. Viene de Italia, obra de los habilidosos artesanos de Giugiaro en lo que constituye la primera colaboración del genio italiano con la marca de los cuatro aros.
La merecida reputación del carrocero ha quedado de nuevo a la vista con una ejecución impecable, que permite disfrutar el Quattro al volante casi como si se tratase de un auto de serie, al grado que parece un coche de calle terminado, casi listo para estar a la venta en cualquier agencia.
Dos puertas y sólo dos plazas. No hay plazas traseras ni las habrá en el modelo definitivo, ya que se pretende que el coche pueda tener una cajuela suficientemente amplia a pesar de su condición de deportivo. Y no se va a cambiar su configuración final.
Los cambios se verán en su interior, dado que los acabados actuales delatan su condición de Concept Car, y no es que estos sean deficientes sino todo lo contrario, ya que reflejan sofisticación, complejidad y ser caros materiales.
Todo el habitáculo está realizado en fibra de carbono, incluso el tablero y los laterales de las puertas.
Sin embargo, el volante es igual a cualquier otro Audi de calle como los pedales. En cambio, la instrumentación es diferente a lo visto hasta el momento. Evoca las formas y la configuración del modelo de los ‘80 pero con un diseño, botones y un tacto de calidad de la época actual, y se combina con un cuadro de instrumentos digital multifunción muy al día, capaz de dibujar cada tramo del trazado de la carretera con total fidelidad.
Porque todo ha sido pensado para reflejar el máximo dinamismo, buscando que, 30 años después, el Audi Quattro renazca como escaparate de la deportividad que ha llevado a la marca a lo más alto, como en su día ocurrió con su victorioso ancestro.
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